en tiempos de cambio
Los estereotipos son imágenes que subyacen en el imaginario colectivo de una sociedad, por tanto, son socialmente aceptadas y compartidas, son estructuras rígidas y generalizadoras, respecto de los rasgos que en una sociedad se afirma que poseen las personas que forman parte de ciertos grupos sociales. En este caso, los estereotipos sociales en especial los de género, han creado a lo largo de la historia grandes contradicciones en materia de derechos humanos hacia las mujeres. Derechos tan obvios como el derecho al voto, a la educación, a la libre expresión, a un trabajo o un cargo digno, a la planificación familiar e incluso en lo más elemental y humano: a tener la libertad de decidir por sí misma.
Es inalienable que los derechos de las mujeres deben tener las mismas condiciones de los hombres, tal y como lo establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos en los artículos 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. En elArticulo 2 se consigna que:“Toda persona tiene todos los derechos y libertades … sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole… es decir, que tanto hombres como mujeres tenemos los mismos derechos y libertades. Sin embargo, en pleno siglo XXI aún persisten grandes desigualdades. Datos emitidos por ONU Mujeres algunos estudios demuestran que las mujeres tienen poca participación en cargos directivos en menos de un tercio que los hombres, también existen grandes diferencias en materia salarial, tal solo el 21% de las mujeres ocupan cargos políticos en la mayoría de los países del mundo.
A pesar de estas barreras sociales y de discriminación, es meritorio mencionar que muchas mujeres alrededor del mundo han logrado llegar muy lejos en su vida profesional y empresarial, gracias a su dedicación, espíritu guerrero y emprendedor, su entereza, su determinación e ímpetu; desde científicas y físicas, matemáticas e ingenieras, activistas y grandes empresarias, por siglos han estado moldeando el mundo.
Ahora bien, en el mundo empresarial, las mujeres vienen avanzado cada vez más en la lucha contra la exclusión en términos de gerencia y liderazgo, un contexto indudablemente inequitativo si se consideran las actuales condiciones y competencias de las mujeres a nivel educativo y social. En todo caso, aunque esta situación todavía se presenta, no podemos desconocer que el ascenso de las mujeres en la escala empresarial es imparable y las cifras así lo demuestran: disminución en las tasas de natalidad, mayor nivel de estudio, incremento de la jefatura femenina, entre otros, hacen que las mujeres, sigan trascendiendo en todas las dimensiones sociales.
Por todo lo anterior, el gran reto para las empresas modernas, y para la mujer al interior de estas, es la necesidad de reconocer, promover y potenciar la diferencia como una fuente de riqueza. Razón por la cual, debemos recordar que los líderes son individuos sin distinción alguna y sus prácticas de liderazgo dependen, entre otras cosas, de los rasgos personales y el género hace parte de ellas. Así las cosas, debemos propender por la equidad y reconocer la diversidad como un aspecto clave para el mundo moderno, en donde contar con altos directivos, hombres y mujeres, permitirá generar dentro de la empresa moderna una ventaja competitiva.
Finalmente, vale la pena destacar que las mujeres son pieza clave para el desarrollo de un país, de una comunidad, un vecindario, un grupo social, una familia, es decir, desde cualquier contexto espacio temporal. Sus aportes generan cambios transformadores al mundo entero porque entre tantas cosas más: la mujer humaniza.
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