dominio en la humanidad
Todas las sociedades se estructuran y construyen su cultura en torno a la diferencia sexual de los individuos que la conforman, la cual determina también el destino de las personas, atribuyéndoles ciertas características y significados a las acciones que unas y otros deberán desempeñar o se espera que desempeñen y que se han construido socialmente.
Los roles de género son conductas estereotipadas por la cultura, por tanto, pueden modificarse dado que son tareas o actividades que se espera realice una persona por el sexo al que pertenece. Ejemplo, tradicionalmente se ha asignado a los hombres roles de políticos, mecánicos, jefes, etc., es decir, el rol productivo; y a las mujeres, el rol de amas de casa, maestras, enfermeras, etcétera rol reproductivo.
Hoy en día se están rompiendo las barreras del deber ser o hacer asignadas socialmente a mujeres, hombres y falta mucho por hacer. Nos sorprende ver a mujeres en oficios que, por tradición, han sido desempeñados por varones, como el de chofer o viceversa, a un hombre como profesor de nivel preescolar, ocupación que antaño dominaban las mujeres.
Es preocupante que la condición de sexo de los individuos sea motivo para que pierdan oportunidades o participación en los distintos ámbitos, tanto en el sector público cómo el privado. Desafortunadamente, los estereotipos o roles de género aún siguen restringiendo el desarrollo profesional de los individuos casi siempre en menoscabo de las mujeres, lo que impide avanzar hacia la equidad de género.
La cultura, las instituciones, la sociedad y la familia, son promotores de ideas y patrones de conducta, y son las mujeres y los hombres que participan en esos ámbitos quienes se encargan de darles significado. Los estereotipos han funcionado durante muchos años como fuertes obstáculos para que las mujeres sean tratadas de manera digna y equitativa. Además son limitantes de sus derechos a la igualdad de oportunidades en la educación, el trabajo, la familia y la sociedad.
Erradicar los estereotipos de género es un desafío que sólo podrá superarse si unimos los esfuerzos de todas las personas y los grupos que comparten ideas y proponen acciones para erradicarlos, por ejemplo, los que representan instituciones, ambientes académicos o de investigación, con el firme compromiso de una nueva visión del futuro.
Llevar a cabo esta tarea obedece a que los estereotipos de género suelen derivar en situaciones de violencia familiar, inequidad, discriminación y desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Esta problemática que podría extenderse del interior de los hogares hacia las instituciones públicas o privadas, con las consecuentes desventajas para las mujeres y los hombres.
Reflexionar y tomar en cuenta qué valores y creencias es conveniente modificar y en qué ámbitos, constituyen la punta de lanza para evitar que los estereotipos afecten las oportunidades, la participación de los individuos o sus condiciones de vida, independientemente de su identidad de género o del ámbito donde se desempeñen. Los estereotipos serán simples rasgos que, con el paso del tiempo, podrán transformarse en beneficio de la equidad de género, el respeto de los derechos de las mujeres que cuestionen la inevitabilidad de la violencia en las relaciones de género.
“En rigor, la igualdad es contraria a cualquier clase de discriminación.”
Sylviane Agacins
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